BIO
Nicolás Cabrera es un escritor neomexicano que estudió dos
licenciaturas, una en periodismo y otra en historia. Escribe poesía y prosa
tanto en inglés como en español. Para él, escribir en español es importante
porque mantiene la lengua de sus antepasados y su cultura viva. Además de
escribir, una de sus pasiones son los viajes nacionales e internacionales. Es
un fotógrafo aficionado y siempre tiene su cámara a mano.
Nicolás Cabrera is a New Mexican writer who holds degrees in journalism and
history. He writes poetry and prose in both English and Spanish. It is
important for him to write in Spanish in order to keep the language and culture
of his ancestors alive. In addition to his writing one of his passions is
traveling, both at home and abroad. He is an amateur photographer who always
has his camera at the ready.
La yerbabuena
Yo opino que uno de los más ricos olores
También es uno de los mejores sabores
De niño recuerdo en la casa de mi tía
Aburrido estaba yo sentado en una silla
“¡Dios mío cuando va a parar de llover?
¡Ya quiero jugar, brincar y correr!”
Vi las aguas de las lluvias cayendo
Y las plantas que estaban allí creciendo
“En un ratito mijito, no te preocupes,
Juega con nosotros para que te desocupes”.
Una de las verdes me llamó la atención
Y cuando finalmente se acabó la empapazón
Cuidadoso yo salí al porche de atrás
Para explorar la naturaleza en paz
Allí es cuando tuve la bendición de ver
Una de las plantas más bonitas crecer
Arriba el viento quitó a las nubes grises
Mi tía abuela gritó, “¡La yerbabuena no pises!”
Me hinqué en el zoquete para no ensuciarme
Mis deditos tocando algo que pudo calmarme
“¿La qué?” pregunté, “¿qué me cuenta?”
“Esa planta que da el perfume de menta”.
El aroma de la tierra mojada se escondió
Otro olor más lindo a mi nariz penetró
“Pero usted no llamó menta a esa planta”,
“Hay un nombre más suave en su garganta”.
El agua fría y blanca se había regresada
En una silla de ruedas mi bisabuela se sentaba
Todavía hincado a la planta empecé a tocar
“Es la yerbabuena, lo mejor que podemos sembrar”.
En la
sombra de la Montaña Sandía
Alburquerque, tú eres ciudad mía,
En la sombra de la Montaña Sandía.
El Río Grande forma tu corazón,
Con tu bosque y árboles de algodón.
La Plaza Vieja era el alma del pueblo,
Pero ya se perdió por turismo y por dinero.
El desierto pinta la tierra morena,
La luna ilumina la noche serena.
Para que el nopal brinde su flor,
El sol generosamente de su calor.
Allá dónde se cruzan las autopistas,
En el eje de sus venas automovilistas.
Las melodías que den tus pájaros,
Y el tricolor de todos tus semáforos.
Las aulas magnas de tu universidad,
Ilustran al estudiante de la humanidad.
Con tus casitas de adobe pintadas café,
Está la iglesia como testimonio de la fe.
Todas tus acequias que fueron cavadas,
Y la lengua bonita que fue olvidada.
A ti el alburquerqueño siempre vuelve,
A la Ciudad del Duque que jamás te suelte.
Alburquerque, tú eres ciudad mía,
En la sombra de la Montaña Sandía.