Ana Cagnoni

BIO

Ana Cagnoni nació en Buenos Aires, Argentina. Actualmente se encuentra realizando un MFA en Creative Writing de la Universidad de Texas. Es autora de dos colecciones de poemas: “Con su debida calma” (Mención Especial en el Concurso Nacional de Poesía Adolfo Bioy Casares, Argentina, 2020) y "Media y extrema razón" (Tercer Premio en el Concurso de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, Argentina, 2021). 

1-

todo es un desvío,

la nieve es un desvío,

el amor es el primer desvío,

la estación de tren es un desvío extra, 

el desvío no es un desvío, por lo tanto

es un desvío del desvío original.

las líneas rectas son un desvío de aquello

que ocurre a sus costados,

esos sucesos o árboles o perros que se rascan

mientras esperan sedientos

a que la línea se tuerza de una vez, no saben,

no saben que la recta no puede doblar,

no puede no puede no puede.

una conversación es un desvío

¡no es cierto, no es cierto!, sí lo es, es un desvío

de todo lo que podría haberse dicho y no se dijo,

intenta correrse pero no puede, en ese sentido es un anti-desvío, no puede desviarse, come las migas de hansel y gretel,

no se sabe si pesa más su faceta de desvío o su faceta de anti-desvío.

habría que ver si lo que podría haberse dicho y no se dijo es también un desvío

o ese era el destino final,

eran esas las ideas luminosas que refulgían a los lejos como espejismos bajo el sol despiadado en un desierto que pareciera estar en llamas pero sabemos que no es inflamable.

el último eslabón es un desvío,

nos desvía de la causa, nos deja caer de la punta del muelle al océano, los pelícanos miran la escena sin dejarse sorprender. la sorpresa del pelícano sería un desvío, el hecho de que no se sorprendan no es un desvío porque no es un hecho, quién puede afirmar algo que no está ocurriendo, el océano es un desvío, parece mentira, es también el océano de los pelícanos, es el océano del muelle, es el océano del cielo, es el océano del fondo del océano, si lo diésemos vuelta lo veríamos con más claridad, pero esperamos hasta último momento. pensamos que tenemos un propósito, no sabemos que ese pensamiento es en sí mismo un desvío, no existe el propósito como tal, lo hemos esculpido en base a pequeños desvíos repetitivos, se erige, solo y moribundo en el fondo del océano, cuando fenezca los peces lo devorarán,

esa es la única certeza que podría,

tal vez, tranquilizarnos.


2-

 

voy a hacer lo siguiente.

voy a hacer de cuenta que

estoy ahí donde pensé que iba a terminar.

era ese lugar al que fuimos una vez, o no fuimos en realidad, sino que pasamos un rato, hasta que dejara de nevar.

o ya no nevaba, da igual, sabés a qué me refiero,

había un desembarcadero, como se llame, sobre el lago.

el lago estaba congelado, pero no era blanco hielo sino blanco nieve,

había nevado sobre el hielo así que era como un óvalo vacío y luminoso entre las montañas,

una falta de reparo.

eran las cuatro de la tarde, en un momento.

entonces le hablé al lago, le dije:

lago, acá es donde voy a terminar. sepultada bajo tu nieve. nadie podrá asegurar que estoy ahí a menos que lo sepan

de antes.

el problema, dijo el lago, es que no podés elegir.

claro que no era el lago el que hablaba.

solo él puede saber (saber a la manera de un lago, es decir contener, como una azucarera contiene el azúcar, no le costaría desprenderse de ella) lo que tuvimos.

no pasa por el viento, los abedules, las capas de ropa, el desembarcadero.

tiene que ver con ese espacio al que no se puede acceder.

daría lo que fuera por pertenecerle.


3-

 

por cada grumo en una dirección

hay un grumo en dirección contraria,

o no volveríamos nunca a ningún lugar.

no se trata de un equilibrio al estilo

protones y electrones, sino más bien

de un borde, al que resulta

imposible acercarse demasiado sin que ocurra que,

al girar, lo preexistente haya desaparecido.

ejemplos concretos son los árboles,

el valle intermitente entre los árboles,

la bicicleta sobre la grava, la neblina que baja

hasta los nudillos, las manos

aferradas al manubrio, el zigzag barranca

abajo hacia el colegio pintado de rojo granero.

cada uno de ellos necesita,

para no rodar hacia Afuera,

un contrapeso, un instrumento que marque

el compás de su íntimo repiqueteo.



4-

 

un libro se abre y no se abre.

una página se dobla y no se dobla.

una lámpara se enciende y no se enciende.

hay una mesa y no hay una mesa.

y son la misma mesa.

eso, si es que existe

la concepción simultánea de eventos opuestos.

si es que existen los eventos opuestos.

si es que existen los eventos simultáneos.

a veces pienso que cada evento

ocurre en su pequeño y obtuso sistema hermético,

fatalmente desconectado de lo que ocurre más allá de sí.

cada pequeño evento.

hasta dudo en afirmar

que varias letras forman una palabra.

¿forman una palabra?

¿esa palabra existe independientemente

de la persona que da por válida la secuencia de letras

y las pronuncia de manera que otra persona entienda?

estos problemas tienen lugar

en el mundo de las personas.

si las personas no existieran, estas preguntas tampoco existirían.

el sol saldría con la misma energía, eso sí.

la energía del sol no necesita de validación externa ni definición alguna.

en un mundo sin personas,

la energía del sol se desplegaría ante animales, plantas, piedras, etcétera.

el tiempo pasaría de todas formas.

habría agua quieta y agua en movimiento.

habría momentos sombríos.

habría indicios de un misterio no resuelto,

pero nadie se esforzaría por ir tras esos indicios.

tengo la sensación de que nada fundamental faltaría, realmente.


 

5-

 

se asustaba menos

de lo que hubiera sido natural que se asustase.

como si el mundo no fuese más que una pileta honda

hasta las rodillas.

imperturbable, el mundo le permitía la osadía,

se amoldaba a su arrojo. no, no era arrojo.

ella funcionaba así siempre.

todo en ella cobraba menos intensidad de la que debía cobrar.

el horror, la ternura, el hambre también. el deseo.

una vez se cayó desde el techo al patio de la casa del vecino. adentro no había nadie.

casi no se lastimó.

el vecino tenía un mono atado en el patio.

el mono hacía gestos obscenos con sus manos rápidas y peludas.

ella no se asustó.

es como dije antes: habitaba una superficie cristalina, una sábana suave que ondula en el aire, cae sobre la cama. ondula, cae. no hay colisión ni heridos.

no hay distancia, tampoco, o la distancia no es más que otro color en la paleta,

probablemente el ocre, no puede acortarse ni alargarse, a lo sumo

se vuelve oscuro.

dame la mano.

volvamos.

mostremos arrepentimiento.

escribámoslo todo de nuevo, ya nadie va a acordarse.

midámoslo con la vara de este amoroso destierro.

 

 

 

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