BIO
Majo Delgadillo (Guadalajara, Jalisco, México, 1991) is a poet, writer, translator and digital media artist. She's interested in families, spaces, and the end of the world. She writes about bodies, memory, pop culture, dreams, machines, and the way these things intertwine in fictional and real life. She holds an MFA in Creative Writing from UCSD and is a PhD student in Hispanic Studies at the University of Houston. Her work has been published in Carte-Blanche Magazine, Camas Magazine, Erizo Journal for the Arts, and Revista de la Universidad. She tweets @MariejoDel and posts photos @majo.gazes.
Tumbas
I.
Demasiado cerca como las piedras
Y pájaros de pájaros trinando en el sudor.
Comenzar:
Condensación del cuerpo, la más honda
mosquitos y hormigas
atardecer.
El tren desde dentro.
El pasto recién cortado.
II.
Una oración.
Una garganta para colgarse la vida
o el deseo.
Un cuerpo si sus células
muertas hacen espacio para tocar
para querer la carne viva.
Una realidad.
Tuve miedo después de habitar la llaga y la sangre
y qué todo consumir la extrañeza de los otros.
(Miedo: no cerrar el grifo, las gotas de agua,
o nunca encontrar la palabra para decir
me subí en la vida y no
sobre sus superficies de júbilo.
La cabeza que despegó del primer avión tras la barricada de cosas que duelen.
La amenaza de que termine antes saber cómo serían los nudos
el sonido de bazo e intestinos
la respiración, brújula o comprobante de subsistencia
la palabra corromper
en la penúltima vez.)
Una bendición.
Universos enteros que son incapaces contra toda condena.
III.
Una mañana aprendí:
las palabras están bajo tierra por cuestiones de honor
dando ningún fruto de ninguna envidia
te acechan y lo que había
y lo que toca la luz del sol es un secreto
que se entierra y está siempre en contra.
Volví y como cada mañana se acabó el mundo fuera por un rato,
descifré la manera
el regocijo llamado las palabras consiste en sacarse los ojos.
Se trata de fingir calma ante mis propias decisiones,
el sonido de ese grito, la dulzura, la carne oxidada de los desterrados.
Para sepultar mi esperanza quiero de todo,
añoré siempre una confesión: la mirada con culpa,
un hogar propio de donde viniera el sufrimiento,
el algo que los demás claman,
errores más que oraciones con voz inmaculada,
poder desnudarme y sentir los ojos propios del depredador
destazando el por qué esta historia