BIO
J.Alexander is one of the up and coming Latino writers involved in the creation of this original story. Born and raised in Puerto Rico, J.Alexander completed his bachelor degree from the Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras. Later on he decided to move New York City after completing his Doctors as an Optometric Physician. He’s been writing and sharing blogs for over 4 years now.
CAPITULO I
DECISIONES
El secreto de la creatividad es entender cómo esconder sus fuentes. Así describe una lápida de mármol que apenas se aprecia bajo las intensas lluvias del último día que resta de la primavera. Mas allá de la insignia se logra observar con dificultad una mansión inmensa. Esta a su vez comparte un inmenso bosque que vigila con sigilosamente la propiedad.
En medio de tantos arbustos se localiza una sombra irreconocible; no presenta movimiento o estímulo físico alguno, sólo su rostro metálico se percibe al momento en que un relámpago cicatriza el cielo. Su atención recae hacia la única parte de la mansión donde se percibe luz y movimiento.
Una niña se dirige hacia la cocina con una sonrisa única; desciende desde unas escaleras que quedan al costado de la cocina, estas proveen camino desde su recámara. Con su mirada perdida observa la región como si intentara localizar a alguien. Al no lograr ver la persona que busca dice en voz alta, “¡Abuelo Leo, prepárame un chocolate caliente antes de dormir!”
Al extremo opuesto se encuentra otra persona descansando justo frente al televisor. Lleva una apariencia gastada, su pelo blanco y postura encorvada así lo demuestran. “¡Ya voy, Lorrie! Dame un minuto, querida.”
Justo en el momento que Leonardo decide voltearse hacia la cocina, el noticiero informaba de último minuto sobre una tragedia humana. A lo largo del pasillo que caminaba Leonardo se aprecian todos los reconocimientos otorgados. Muchos de ellos llevan grabados símbolos y banderas de diferentes países; las proclamaciones eran altamente reconocidas. “En honor a Leonardo Thomas Nadal por sus logros alcanzados dentro de la comunidad científica local e internacional. Dado hoy, 29 de abril de 2017 en Lafayette, P.R.”
Fotos personales también forman parte de los galardones, la gran mayoría reflejaban momentos de celebración junto a todos sus colegas.
Al llegar a la cocina observa que Lorrie está buscado algo en la alacena. “¿Qué buscas con tanta ansiedad, querida? ¿Llevas tus lentes puestos?”
“No logro encontrar el chocolate que quiero, abuelo. Dejé mis lentes perdidos, no distingo con claridad,” responde Lorrie inocentemente.
“Ya sabes cuan imperativos son, querida mía. Bueno, asegúrate de conseguirlos antes que tus padres lleguen mañana en la mañana.”
“Ok abuelo,” dijo Lorrie.
“Ahora, ¿qué tipo de chocolate deseas? ¿Blanco o negro?”
“¡Blanco, por favor!” responde Lorrie con ímpetu.
Mientras Leo buscaba el tipo de chocolate que estaba por preparar, Lorrie aprovecha el momento para hacerle una pregunta capciosa. “¿Abuelo Leo, por qué ya no trabajas en tus experimentos?” Leo la observa de reojo pensativo mientras continua preparando el trago. Luego responde diciendo, “Bueno Lorrie, como todo en la vida, tarde o temprano todo alcanza su final.”
Mientras Leo le hacía llegar la taza ya preparada, este aprovechaba y le daba un beso en la mejilla a su nieta. Luego añadía diciendo, “Cuando seas grande entenderás, ya verás.” Lorrie reía inocentemente. “Ya, abuelo. Mami siempre dice que está muy orgullosa de ti, así que yo también lo estoy. Te quiero mucho.”
“Yo también te quiero, querida mía. Que te aproveche.”
Mientras Lorrie comenzaba a saborear su taza, Leo observó que algo no andaba bien en las afueras de la propiedad. Cuando miró a través de la ventana notó que desde su establo había salido a todo galope uno de sus caballos. Este se dirigía hacia el bosque sin rumbo alguno, hasta que se perdió entre los arbustos. Sorprendido, Leo miró a su nieta y dijo, “Querida, regresa a tu recámara. Si quieres ver televisión o leer un libro hazlo mientras verifico que todo este bien afuera.”
“Yo quiero ir contigo,” dijo Lorrie. Pero Leonardo responde rápido y con autoridad diciendo, “No. No es seguro que vayas.”
Ya para cuando Lorrie se encaminaba hacia su recámara, Leo aprovechó y abrió una compuerta oculta. Al abrirla se podía ver el reflejo de un monitor digital. En el tope del resplandor se observa un mensaje simple. “ID por favor”. Rápidamente ubicó su mano sobre el escáner para comenzar el reconocimiento digital. Al poco tiempo el monitor confirmó la identidad para luego proceder a abrir otra compuerta. Al ver lo que había debajo, Leo concluyó que en algún momento durante su larga y angustiosa vida tendría que usar el dispositivo frente a él.
CAPITULO II
CONFESIONES
Ya en las afueras de la casa, Leo se encamina a toda velocidad hacia la granja bajo la lluvia que cada vez era mas intensa. Su postura parece haber cambiado por completo; se ve más esbelto y convincente en sus gestos. Su mano derecha lleva una linterna con una intensidad eléctrica inmensa. En la otra lleva lo que aparenta ser un arma de fuego, una luz verde que parpadea sin cesar sobre la parte superior.
Cuando llega al establo se percata que no hay rastros de intrusos o daños superficiales. Lo único que escucha es el sonido de alarma. Sus respiros son cada vez más profundos, su cuerpo completamente empapado. Intenta calmarse un poco para proceder a insertar la clave de acceso hacia el interior de la localidad; esta requiere una codificación numérica, la que Leo no duda en insertar.
09112000
Cuando por fin logra abrir la puerta, se percata de algo que lo sorprende por completo. El silencio que agobia el lugar era sumamente sospechoso. Esta granja, al igual que su mansión, no llevaba un diseño ordinario. El suelo, hecho de concreto pulido, lucía muy brillante. Las paredes llevan madera caoba muy bien tratadas y diseñadas. Las ventanas son de un color verde espeso que limita la entrada de la luz y a pesar de que las tomas eléctricas parecen estar por todas las esquinas, la iluminación luce débil y tenue.
Leo comienza a inspeccionar el lugar, pero no logra encontrar rasgos de violencia alguna. “¿Por qué tanto silencio?” dice mientras alumbra con su linterna. Al acercarse a la zona donde se encontraba el caballo, se percata que la pared posterior estaba expuesta. Al observar con detenimiento se percata que la madera fue cortada a la perfección, con una abertura en forma de círculo entre el exterior e interior. "Podría tomar horas hacer una apertura tan precisa como esa," pensó.
Leo continúa inspeccionando el lugar, pero nuevamente no encuentra ningún rastro de sangre o violencia. Al moverse al otro costado del local ve que el resto de los animales descansa sin revuelo. Sin embargo, cuando enfoca su mirada en una de las aves mas cercanas, nota que ellos no están del todo descansando; sino que todos se encuentran muertos, petrificados. Es en ese momento que se percata de las perforaciones cerca del cuello y el costado. Sólo una criatura no demostraba signos de ataque, así que Leo decide acercarse más para investigar. Sus expresiones faciales se tornan más confusas a medida que indaga los hechos. Ya cerca del animal lo inspecciona, pero este no muestra reflejos algunos. “¡No lo puedo creer!” dice Leo sorprendido.
“¿Qué he hecho?” “¿Qué he creado?”
Al decir estas palabras su linterna se desvanece por completo. Leo intenta golpear la lámpara varias veces para restablecer su funcionalidad, pero sin tener resultados. Mientras guarda su artefacto electrónico en su bolsillo, siente la presencia de alguien a sus espaldas. El arma que lleva en su mano derecha comienza a parpadear consistentemente; esta vez su color es rojo escarlata muy llamativo y brillante. Leo mira la luz sin sorprenderse en lo absoluto; sabe perfectamente quién lo acompaña en aquel lugar oscuro, pero decide no darse vuelta. A su vez, comenzaba a hablar con un tono muy convincente y directo.
“Sé por que has venido a mi establecimiento esta noche MI.KA., y cuáles son tus motivos de confrontarme. Si lo que buscas es venganza, aquí la puedes encontrar. Sin embargo, te confieso que siento mucho lo que pasó entre nosotros; es algo en lo que no dejo de pensar y tendré que cargar en mi conciencia por el resto de mis días. Mis intenciones siempre fueron claras y honestas: ayudar al necesitado de la mejor manera posible con tus dotes y cualidades. Pero ya veo que las consecuencias fueron peores de lo que imaginé. Así que te confieso que lo siento…te pido perdón por todos mis errores.”
A todo esto Leo comienza a girarse para hacerle frente a la silueta que tiene a menos de quince pies de distancia. MI.KA. posee una postura muy marcada, su piel refleja un gris plateado opaco. Sus extremidades alongadas, pero aun proporcionadas. Su cuello se fusiona con sus clavículas. La gran cantidad de cabello castaño acentúa su carácter demandante y hostil. Su cuerpo aparenta estar flotando a muy pocas pulgadas del suelo; como si la fuerza gravitacional no tuviera efecto alguno sobre ella. Sin embargo, aunque la lluvia caía copiosamente, su cuerpo estaba completamente seco. Su mirada conecta con la de Leo, pero no demuestra señal de furia o rencor. Leo la observa con asombro, sin embargo vuelve a dirigirle la palabra enfáticamente. “Tienes la opción de detener esta locura aquí mismo y en este instante. Todavía puedo ayudarte, puedo encontrar la manera de revertir el proceso y volver a hacer lo que eras antes. Si no lo haces, entonces me veré forzado a encontrar un fin”.
MI.KA. se queda observado con cautela. A pesar de limitado lenguaje corporal que manifiesta, Leo comenzó escuchar una voz familiar que emanaba desde MI.KA. diciendo, “Le fallamos Leonardo, fracasamos desde el principio. La decepción es muy grande, el daño irreparable, no hay vuelta atrás.”
“¿Gabriela? responde Leo completamente pálido. Su corazón se acelera incontrolablemente del asombro. “¿Cómo es posible?”
Es entonces cuando Leo deduce que la voz proviene no desde los labios de MI.KA., sino desde su propia conciencia. La voz se hace cada vez más presente en su ser, “Toda la culpa te la atribuye, Leonardo. Eres responsable de todo lo que le has provocado, de todo el sufrimiento vivido. La agonía es infinita…”
“Se suponía que trabajáramos juntos MI.KA., como equipo, para ayudar a la humanidad. No que te convirtieras en nuestro enemigo,” responde Leo, agitado. Su corazón late fuera de ritmo.
Leo ahora apunta su arma directamente hacia MI.KA.; su cara llena de pesimismo, sus ojos comenzaban a producir lágrimas de dolor y angustia. Justo cuando contempló halar el gatillo para poner fin a su creación, los ojos de MI.KA. se tornaron amenazantes. Su cuerpo comenzó a elevarse de forma lenta y continúa hasta que alcanzó una altura sobrenatural. Su postura era tan esbelta que simulaba la forma de una serpiente venenosa, lista para comenzar su ataque letal. La conexión que se ha creado entre los dos seres es completamente irrompible. Entonces hubo una pausa. La voz cesó por completo hasta que todo era silencio. Internamente, y con un tono muy bajo, Leo comenzaba a escuchar otra voz que le hablaba desde lo más profundo de su conciencia. Al principio no sabía si estaba escuchando algo o lo estaba alucinado, pero al poco tiempo confirmó que nuevamente era real.
“¡Me las quitaste de las manos. ¿Cómo pudiste engañarme?” decía la voz que Leo reconoció inmediatamente. “Me las llevaste, las alejaste de mi,” aَñadió. “Eran todo para mi, todo lo que tenía”.
La insistencia de la voz reconocible era tal que Leo no soportaba el cargo de conciencia. De repente su mano comenzó a temblar, se sentía muy pesado y fatigado. Luego de varios segundos Leo ya no apuntaba directamente a MI.KA., sino al suelo. Sus brazos estaban rendidos. Mientras MI.KA. lo miraba directamente, Leo dejaba salir una sonrisa entrecortada llena de culpabilidad y aceptación. Sus labios temblaban con emoción, pero no decía nada. Al final, una lágrima corría sobre su mejilla mientras todo se tornaba borroso.
CAPITULO III
INOCENCIA
Lorrie regresaba de su recámara después de casi media hora esperando por el regreso de su abuelo. Todo en la cocina permanecía igual, no había indicios de que ya estuviera de vuelta.
“Abuelo Leo,” gritaba Lorrie. “¿Estás aquí?”
Pero nadie respondía. Entonces Lorrie decidió observar desde la ventana para intentar localizarlo. Se subió a la isleta de la cocina con la ayuda de una silla del juego de comedor. Al subir pudo ver que la lluvia comenzaba a cesar. Se quedó esperando ahí por varios minutos hasta que por fin logró ver algo. Había una silueta muy distante la cual Lorrie no distinguía. “¡Abuelo, entra a la casa!” decía con ímpetu, pero no pasaba nada. Lorrie deseaba haber encontrado sus espejuelos para poder ver mejor.
De repente notó que la silueta comenzaba a acercarse, cada vez con más velocidad. Venía directamente hacia ella, demasiado rápido para saber a qué distancia se encontraba de ella. Cuando Lorrie pudo percatarse de que la silueta que tenía de frente no era su abuelo, se sorprendió tanto que perdió el balance y cayó hacia atrás. Su cabeza azotó directamente con el suelo. Todo le comenzó a dar vueltas. Solamente distinguía en el techo la luz opaca en forma de halo que se hacía más y más débil. Eventualmente todo comenzó a desvanecerse hasta que no quedó más que obscuridad.