Federico Lotario

BIO

Federico Lotario is a PhD student at the English Department of the University of Puerto Rico at Río Piedras.  He is writing his dissertation and has presented academic papers in Puerto Rico, St. Kitts. and Curaçao.  He has published academic papers, short stories and poems in local journals, collections, and anthologies.

Oquedad de la memoria

En dolidos huesos se dirime la memoria
agotada de vagar en medio de desiertos
eternizados por voces que hablan, han hablado y hablarán
mientras Borinquen se pudre en su yermo
y sus hijos recuerdan lo que no han olvidado. 

Nada son los próceres obviados por traiciones,
claudicaciones impuestas por apremiantes intereses
vueltos ley y orden por papel y tinta natimuertos cual luz de estrella,
forzoso fármaco vendido a la desmemoria mientras patriotas y traidores
compiten por llegar primero al nicho, carisma y vicio confusos en una misma cosa
permanente como el litoral que ha obviado el rastro de toda amnesia,
espigas y rizomas inabarcables más allá de cada verso,
más acá de los espectros que María extravió en El Yunque. 

Demasiado hay que aprender a memoriar,
exceso pleno que apremia e ignora
aquella ignota vía en la cual deviene todo padre,
aborto cual túmulo que sestea en El Morro
a la par que las generaciones se suceden
recordando no perecer y ser para la muerte
urge sopesar las cargas de “nuestra” historia. 

Borinquen declina en afirmación y ausencia
siempre que flota hacia el otro lado del charco,
yermo que romper no puede la nación y su recuerdo
remitido a discursos hediondos de añoranza
mientras el polvo de los siglos anega lagunas
sin las cuales no hay vínculo ni desconexión posible,
afirmación que brama y ruge olvidando cuanto los pioneros recordaron,
semblanza y andamiaje que se exceden guardándose entre sombras
que huyen hacia aquel albor del cual escapan.

  

El ojo del huracán

El tifón ha desolado a Borinquen y Dios brilla por Su ausencia.
El día trae sofoco y hastío, la noche multiplica terrores,
habladuría ociosa de cada mediodía sudado fila tras fila. 

¿Dónde está la gloria? 

En el Cielo, sí, el Cielo que acomete con ráfaga y violencia,
hijas pródigas de Dios avaro que se entretiene ahogando hormigas
y apretando pequeñuelos que mueren de hambre.
El miedo y la estupidez se disfrazan de ángeles de luz
cuando los buques se van a pique y la salvación deja de venir de afuera. 

¿Dónde está la gloria?

Se fue cuando quebraron la vitrina del Caribe,
aquella maqueta que montó Gringolandia
para comprarse un imperio con sangre de colonizados
que perdió Iberia como se pierde un carro,
barras y estrellas eternas que matan de radiación a los profetas
y desfigura a quienes se hacen llamar “Maestro.” 

¿Dónde está la gloria?

Ni en la Tierra ni en la tienda.
Dios se ahíta de horrores y reyertas
que obligan a todos a depender de nadie,
falsa justicia y amor olvidado con los cuales
el gringo se ensucia la boca que remite a deudas impagables,
olvidando que hace par de semanas nos pedía la mano bajo falsos pretextos. 

¿Dónde está la gloria?

Los mandarines de la hora juran que hacen lo que pueden,
y el Norte no da una mano sin cobrar el cuerpo entero.
Los mercaderes de la culpa no hablan ni por casualidad
mientras la Infame fornica lejos de Dios y Su silencio. 

¿Dónde está la gloria?

El ciclón arrancó el toldo azul que era nuevo hace veinte años,
ha tapado la boca a la isla bendecida y semejantes pendejadas.
Se necesitan meses para limpiar la destrucción de un día,
interminables siglos para purificar el sudor y sangre de generaciones
forzadas a cargar con el pecado del primer mundo. 

¿Dónde está la gloria?

© The Acentos Review 2018