BIO: Paula Cucurella teaches literature and creative writing at the Bilingual Creative Writing Department at the University of Texas at El Paso, and philosophy at EPCC. She has a Ph.D. in Comparative Literature from SUNY, Buffalo. Her articles and interviews have appeared at the New Centennial Review, Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, Revista Laboratorio, and Latino Studies, among others. She is the author of the poetry collection Demasiada luz para hacer poesía (Doblea Editores, Chile, 2020). Her first book of literary theory Poesía en tiempos de censura: Jacques Derrida y Nicanor Parra. Un ensayo (under contract at Pólvora Editorial, Chile, 2021), will soon appear published, as well as her second book of poetry Los últimos inanes días (Doblea Editores, Chile, 2021) She has translated two literary theory books (El Can de Kant and El Mundo el Llamas by David Johnson), and co-translated one poetry book (Mi Otra Lengua by Rosa Alcala).
Web: paulacucurella.com
These poems/vignettes belong to the collection Los Últimos Inanes Días.
En el presente nadie se podía imaginar el fin del mundo que era otro tiempo que podía ser habitado sin término. Y ahí un perro corría como como si faltara.
En el fin del mundo solo se podía hablar en segunda y tercera persona. El subjuntivo era la lengua franca. Los goznes de las palabras crujían por desuso y tuvimos que ser pequeños parches observando el contenido por las ventanas de un colador.
Es tarde, no puedo evitar que las palabras suenen a murmullo. Imagino insectos rascándose en el frío algo que se pueda olvidar. Aquí, en este desierto dicen que había un campo de flores, llega marzo y no puedo olvidar que también existe la primavera, de ella nos enteramos por lo estornudos, y por la marchita sonrisa agria de medianoche—el tambaleo del borracho en mi mano sobria.
Ya sólo hablábamos en imágenes literarias, el aislamiento hace de la metáfora un artículo de primera necesidad. Tal vez ahora estamos contando los días antes de nuestra muerte, seguía el éxodo, pero no sabíamos a dónde arrancar, tu pie siempre llegaba a alguna especie de cementerio, pero seguían—volviendo—llegando—partiendo—pies de todas partes. Para aprender la palabra nostalgia en mi teléfono sigo con el horario de Santiago de Chile. Y aunque escuches estornudos escribo como si besara las palabras y habló rápido como si no tuviese tiempo. Tendremos que inventar los nuevos preludios al romance, un velorio a los sentidos, porque, como decirlo, ya no me duele nada. Tal vez tengo que llorar un poco para que me crean.
*
El libro se cierra.
Porque hay que ir a comer hay que ir a lavar los platos tenemos que dormir trabajar y coger. La fisonomía no alcanza a dibujar sus bordes, pero creemos intuir un eslabón. Y tal vez nos preguntamos qué seguirá, qué lo precede.
Piezas que se desprendieron de algo incompleto.
Estos fragmentos pertenecen a un libro, que no es lo mismo que una obra. Páginas arrancadas a otros libros que tampoco fueron obra. A estos fragmentos no los precede una fractura.
El libro se cierra sin clausura.
Y si este es el mundo del fin del mundo, el mundo de la guerra global, aquí la lista de los síntomas preexiste su descubrimiento. El desmembramiento habita como-un-síntoma-la-invitación a ir al encuentro de la enfermedad. Incrustada. En cada poro en cada pupila en cada píxel.
Comentarios erráticos. Comentarios entre paréntesis. Comentarios al margen. Comentarios que se nos arrancaron y que no queremos que nos recuerden, pero que de alguna manera—retornan.